comprar (no?) es crear [IV]
“Como imaginaréis, las tres hijas de los Monroe estaban nerviosísimas por tener un astronauta-monstruo hibernando en el cuarto de invitados. Cada una de ellas Arleen, Darleen y Serena, bajó a la habitación a mirar a Buck, que dormía en su antigua cama entre los objetos de su infancia. La señora Monroe no quería dejar a sus hijas que miraran demasiado tiempo, porque todavía estaba medio convencida de su propia participación en la enfermedad de Buck, y las mandó fuera, confiando en que se recuperara pronto.
“En fin que la vida recuperó más o menos la normalidad. Darleen y Serena fueron a trabajar a la sección de perfumería de los almacenes cercanos. El negocio de los cosméticos de áloe llevó a la señora Monroe fuera de casa, y el señor Monroe siguió fuera con la trilladora. Para ocuparse de Buck sólo quedaba Arleen, la hija mayor, a la que habían echado recientemente del 7-Eleven.
“- ¡Asegúrate de que coma mucho! – gritó la señora Monroe desde su sedán Boneville azul oxidado por la sal mientras se alejaba chirriando por el camino de entrada, y Arleen la despidió con la mano y luego corrió al cuarto de baño, dónde se cepilló su suave pelo rubio, se aplicó seductores cosméticos, y después se precipitó a la cocina para preparar una comida especial para Buck, que, debido a su envenenamiento espacial, sólo podía despertar una vez al día, a las doce del mediodía, y sólo durante media hora. Preparó una fuente de salchichas vienesas pinchadas en palillos, a las que añadió cuadraditos de queso naranja. Las dispuso con gracia en la fuente, con una forma que recordaba el logotipo del centro comercial de la zona, la letra C de Crestwood Mall, inclinada hacia la derecha. “Plantándole cara al futuro”, había escrito el periódico local abrirse el centro varios cientos de años antes, cuando todavía era 1974, incluso entonces, pues, como ya he dicho, en Texlahoma siempre era 1974. Al menos, hasta donde existen registros. Los centros comerciales, por ejemplo, una innovación reciente en la Tierra, en Texlahoma llevan vendiendo calzado deportivo, baratijas metálicas y tarjetas de felicitación desde hace milenios.
“En fin que la vida recuperó más o menos la normalidad. Darleen y Serena fueron a trabajar a la sección de perfumería de los almacenes cercanos. El negocio de los cosméticos de áloe llevó a la señora Monroe fuera de casa, y el señor Monroe siguió fuera con la trilladora. Para ocuparse de Buck sólo quedaba Arleen, la hija mayor, a la que habían echado recientemente del 7-Eleven.
“- ¡Asegúrate de que coma mucho! – gritó la señora Monroe desde su sedán Boneville azul oxidado por la sal mientras se alejaba chirriando por el camino de entrada, y Arleen la despidió con la mano y luego corrió al cuarto de baño, dónde se cepilló su suave pelo rubio, se aplicó seductores cosméticos, y después se precipitó a la cocina para preparar una comida especial para Buck, que, debido a su envenenamiento espacial, sólo podía despertar una vez al día, a las doce del mediodía, y sólo durante media hora. Preparó una fuente de salchichas vienesas pinchadas en palillos, a las que añadió cuadraditos de queso naranja. Las dispuso con gracia en la fuente, con una forma que recordaba el logotipo del centro comercial de la zona, la letra C de Crestwood Mall, inclinada hacia la derecha. “Plantándole cara al futuro”, había escrito el periódico local abrirse el centro varios cientos de años antes, cuando todavía era 1974, incluso entonces, pues, como ya he dicho, en Texlahoma siempre era 1974. Al menos, hasta donde existen registros. Los centros comerciales, por ejemplo, una innovación reciente en la Tierra, en Texlahoma llevan vendiendo calzado deportivo, baratijas metálicas y tarjetas de felicitación desde hace milenios.
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