mi vida en unas vacaciones
A veces te vas fuera y te sientes perdida. Y no sabes porque, no alcanzas a comprender porqué esos pocos días en un lugar extraño están significando tanto. Supongo que el irnos fuera, de nuestra ciudad, de nuestra vida, invita a replantearse las cosas. Pero es una respuesta tan obvia… Qué pasa entonces? Qué hace que ese esquema se repita inevitablemente, para todo el mundo?
El primer día siempre es igual. Miras a tu alrededor, con curiosidad pero con desinterés. Todo te parece nuevo y diferente, pero sin significado, vacío. El último día sin embargo conoces ya cada lugar por el que pasas y siempre, siempre, recorres el mismo camino que el primer día, solo que en sentido inverso. Y da igual, da igual que sea la primera vez o que lo hayas experimentado mil veces antes, que lo conozcas y que sepas que va a pasar, porque pasa. Siempre.
Porque luego vuelves a tu vida, y esos pocos días forman parte de ti y te enriquecen, pero sigues adelante. No los olvidas, pero son experiencias que forman parte de otra vida, de la vida que podrías llevar, la que no sabe de rutina, de aburrimiento, de monotonía. La vida que supones, lleva alguien. Aquel que eligió no volver. (Porque lo piensas, claro que lo piensas…)Pero esa duda, ese momento de indecisión no siempre llega. Necesitamos algo que nos retenga, una excusa.
A veces te vas fuera, te sientes perdida y conoces a alguien, a alguien perdido y, tal vez, fuera. Y la empatía es inmediata. Y no se trata de amor, de sexo o de amistad. Es todo eso y mucho más. Y el último día te sientes estúpida por sentir tanto despedirte de alguien a quién apenas conoces. Y entonces dudas. Claro que dudas. Por un momento te preguntas que pasaría si te quedaras. Si la pidieses que se quedara contigo. Si os quedarais. Y por un momento, sólo por un momento, te parece que no sería algo tan descabellado. Pero claro, sólo es un momento. Sabes que vas a volver. Y vuelves.
Vuelves para darte cuenta de que estabas perdida mucho antes de irte, de que te encontraste allí, fuera, en otra vida, pero que en esta, sigues perdida. Al irte, fuera, has aprendido cosas de tu vida, aquí, pero es una respuesta tan obvia…
El primer día siempre es igual. Miras a tu alrededor, con curiosidad pero con desinterés. Todo te parece nuevo y diferente, pero sin significado, vacío. El último día sin embargo conoces ya cada lugar por el que pasas y siempre, siempre, recorres el mismo camino que el primer día, solo que en sentido inverso. Y da igual, da igual que sea la primera vez o que lo hayas experimentado mil veces antes, que lo conozcas y que sepas que va a pasar, porque pasa. Siempre.
Porque luego vuelves a tu vida, y esos pocos días forman parte de ti y te enriquecen, pero sigues adelante. No los olvidas, pero son experiencias que forman parte de otra vida, de la vida que podrías llevar, la que no sabe de rutina, de aburrimiento, de monotonía. La vida que supones, lleva alguien. Aquel que eligió no volver. (Porque lo piensas, claro que lo piensas…)Pero esa duda, ese momento de indecisión no siempre llega. Necesitamos algo que nos retenga, una excusa.
A veces te vas fuera, te sientes perdida y conoces a alguien, a alguien perdido y, tal vez, fuera. Y la empatía es inmediata. Y no se trata de amor, de sexo o de amistad. Es todo eso y mucho más. Y el último día te sientes estúpida por sentir tanto despedirte de alguien a quién apenas conoces. Y entonces dudas. Claro que dudas. Por un momento te preguntas que pasaría si te quedaras. Si la pidieses que se quedara contigo. Si os quedarais. Y por un momento, sólo por un momento, te parece que no sería algo tan descabellado. Pero claro, sólo es un momento. Sabes que vas a volver. Y vuelves.
Vuelves para darte cuenta de que estabas perdida mucho antes de irte, de que te encontraste allí, fuera, en otra vida, pero que en esta, sigues perdida. Al irte, fuera, has aprendido cosas de tu vida, aquí, pero es una respuesta tan obvia…